Mientras el Bayern Múnich alinea a jugadores con salarios millonarios y un staff de primer nivel, su rival en el debut del Mundial de Clubes, Auckland City, sorprendió por una razón muy distinta: la mayoría de sus futbolistas no son profesionales a tiempo completo. Lejos de la élite del fútbol europeo, los neozelandeses llegaron al torneo con un plantel compuesto por profesores, vendedores, agentes inmobiliarios y operarios que pidieron permisos laborales no remunerados para representar a su equipo ante el gigante alemán.
Entre los casos más llamativos destaca el defensor Adam Mitchell, quien trabaja como agente inmobiliario. Mario Ilich, uno de los mediocampistas, complementa su pasión por el fútbol con labores de vendedor, mientras que Angus Kilkolly, delantero titular, lidera un equipo de ventas en una empresa de herramientas. Otros jugadores, según detalló Reuters, desempeñan funciones como operadores de montacargas, profesores de educación física y hasta estudiantes universitarios. Todos comparten un mismo compromiso: poner en pausa su rutina para vivir un sueño futbolístico único.
Un esfurezo digno para destacar
El entrenador Albert Riera, exjugador profesional, reconoció que dirigir a Auckland City implica una realidad completamente diferente. “Muchos de nuestros muchachos entrenan a las 6:00 de la mañana o a las 8:00 de la noche porque antes deben cumplir con sus jornadas laborales”, explicó en una entrevista previa al torneo. De hecho, varios jugadores recibieron apoyo especial de sus jefes para poder viajar a Estados Unidos, sin recibir salario durante su ausencia. “No vinimos de vacaciones”, recalcó Riera, evidenciando el nivel de compromiso del plantel.
La presentación del club neozelandés ante el Bayern Múnich no solo representa un enfrentamiento deportivo, sino también simbólico: una muestra de cómo el esfuerzo, la pasión y el sacrificio aún tienen cabida en el fútbol moderno. Pese a la derrota, Auckland City dejó una imagen digna, recordando que el corazón también juega en este deporte. En un torneo lleno de estrellas y cifras estratosféricas, ellos pusieron sobre la mesa algo que no se puede comprar: amor por la camiseta.
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